día 34: los idiotas.

No es que los celulares y la tecnología nos vuelven cada vez más idiotas sino que una de las cosas que el acceso a las redes y la ‘democratización’* de la información está logrando es exponer esa idiotez que traemos, esa necesidad de evasión constante, la capacidad que tenemos de ocupar el tiempo en banalidades.

Es en el espacio virtual donde exacerbamos el amor y el odio, donde nos permitimos – porque la seguridad de estar mediados nos protege – expresar al mango y todo el tiempo una estupidez que es innata, que viene, paradojicamente o no tanto, con la posibilidad de pensar.

Un ejemplo inmediato: en este momento está lleno de gente que usa las redes para burlarse de las protestas sociales en el mundial de fútbol. Porque ser cínicos y superados es la que va, porque dejate de joder, loco, esto es una fiesta y si vos tenés hambre o no tenés casa o te quieren echar de donde vivís para construir cosas más redituables, es tu problema, no vengas a empañarnos la alegría que nos da que esté pasando esto, es una vez cada cuatro años, nos arruinás todo, fijate, ubicate un poco.

Decimos cualquier cosa a través de un celular con 3G o una computadora con wifi. Somos como chicos, nos manejamos como chicos, con la excusa de jugar nos cagamos en los sentimientos del prójimo. Esa actitud infantil la trasladamos a otras relaciones, como la relación con el Estado, o con las empresas celulares. Hacemos pucheros si no nos dan exactamente lo que queremos, nos frustramos si algo no nos gusta, nos quejamos, nos quejamos siempre, de todo, por todo, pero hasta ahí. Somos una abrumadora mayoría mansa los que no estamos dispuestos a cambiarlo. Lo que hay es lo que hay y parece que fuera lo mejor que se puede lograr pero sabemos que lo que hay es una mierda, es que es más fácil no hacer nada que hacerlo, porque nadie cambia el mundo solo, vamos, no le salió a gandhi menos que menos me va a salir a mí que apenas llego a fin de mes.

Se nos va la vida en quejarnos de movistar pero nos conformamos con los juguetes que nos da. Demandamos rebajas, descuentos, compensaciones, como si de esa forma les enseñáramos algo y después nos dejamos estafar, porque qué barbaridad, es todo una barbaridad, qué cosa, cómo te cagan.

La única forma de ganarles a las corporaciones sin cara que son (en cierta forma) dueñas de nuestra comunicación es abandonar la pelea. Irnos. Decirles que no, que basta. Pero decirlo en serio, empezar a dejar de ser estúpidos y sumisos, no quedarnos ahí para que nos sigan tratando como nenes que dejan de llorar si les dan un chupetín (o más megas de conexión). No se puede negociar con los monstruos que otros crean y nosotros sostenemos como si fueran dioses.

No se trata de ganar ninguna batalla, se trata de hacernos cargo de lo que podríamos generar, si dejáramos de tuitear pelotudeces y nos pusiéramos a proyectar el mundo.

 

* entrecomillado porque eso de la democratización es muy complejo: es cierto que el acceso permite otra participación ciudadana, pero cuando uno se pone a mirar críticamente, no deja de ser una farsa para que nos creamos que es el acceso a internet lo que nos vuelve individuos más libres. 

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  1. #1 por soyliblog el 14/01/2017 - 21:06

    Me encanta como escribes, quiero… conocerte!

    • #2 por soyliblog el 14/01/2017 - 21:07

      KAJSKS, lo siento, se me fue un poco la cabeza, ni me controlo…

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